Tras el contexto reflejado por las cinco hipótesis planteadas en la publicación pasada, relativas a las principales causas que perjudican y obstaculizan la implementación de la prospectiva estratégica en el sector público dominicano, tras realizar una observación minuciosa respecto de la repetición o aparición de síntomas conexos a las mismas, su reincidencia y el período en que ocurren, tenemos los siguientes resultados.
Los 3 principales prejuicios que existen en la ciudadanía respecto de la problemática para la implementación de la prospectiva estratégica en el país giran en torno a la ausencia de una agenda política de desarrollo o un proyecto de Nación a mediano y largo plazo, que sea consensuada por todos los actores del sistema político, donde se comprometan a su ejecución irrestricta.
Reflexionando sobre ese elemento, podemos aportar los siguientes factores:
a) La sociedad no confía en la voluntad política para llevar a cabo proyectos que sean de interés social (a menos que hayan intereses particulares envueltos), por lo que entiende que todo proyecto contenido en el marco de una prospectiva estratégica es parte de una promesa electoral que difícilmente será cumplida.
b) Tampoco se cree que los partidos y agrupaciones políticas sean capaces de llegar a un consenso y poner en ejecución una “Estrategia Nacional de Desarrollo” a largo plazo, pues conocen las ambivalencias del sistema, los juegos con la voluntad popular y la carencia de mecanismos efectivos que le permitan a la sociedad civil exigir el cumplimiento de lo pactado a favor del bien común durante los cambios de gestiones de gobierno.
c) Al estar algunos miembros de la sociedad prestando servicios al Estado a través de sus instituciones públicas, y saber que la falta de profesionalización en la carrera administrativa los mantiene en posiciones de libre nombramiento y remoción permanentes, son estos los primeros individuos a quienes se les dificulta comprometerse con planes estratégicos, pues saben que cada cierto tiempo, o dependiendo de los aires políticos, pueden dejar de pertenecer a una institución o cambiar de una posición a otra con extrema volatilidad, lo que no permite el perfeccionamiento de los conocimientos adquiridos, su implementación e innovación. Así, estos individuos, que son parte de las instituciones, pero que también conforman la sociedad, permanecen escépticos respecto de los cambios que se suscitan en sus propios organismos y de los cuales ellos son piezas fundamentales. Y este sentimiento lo transmiten a la sociedad en general, que al ver la reacción de quienes forman parte de la administración pública respecto de sus propios procesos estratégicos, no les queda que rechazarlos y perder total confianza en lo que se implementa.
A nivel general, para enfrentar estos prejuicios, deben asumirse compromisos políticos que no puedan ser variados más que por situaciones coyunturales de peso, y que cuenten, así mismo, con el consenso de quienes los aprobaron. Debe incentivarse (como ya se ha iniciado) la celebración de cumbres de Estado, que versen sobre los asuntos cardinales que nos preocupan, y donde más que insumos e informes técnicos puedan ser extraídas acciones puntuales a implementar en los planes de prospectiva estratégica. Por último, promover mecanismos de control ciudadano sobre las acciones y decisiones de los poderes del Estado, para que la sociedad sienta que puede frenar y poner contrapesos (más que electorales) a las prácticas cotidianas que no estén alineadas con la prospectiva; y debe hacerse un esfuerzo sobrehumano por implementar en todas las IE la carrera administrativa, a modo de garantizarles a los servidores la continuidad en su profesionalización y en su involucramiento en las tareas estratégicas que se hayan definido institucionalmente, eliminando la falta de compromiso y el escepticismo de este importante conglomerado de la sociedad, que eventualmente se transmite a toda la ciudadanía.
miércoles, 30 de junio de 2010
miércoles, 16 de junio de 2010
PROSPECTIVA ESTRATÉGICA: IMPLEMENTACIÓN EN LAS IE DOMINICANAS
Continuando con nuestro pasado tema, sobre la prospectiva estratégica, notamos que esta se manifiesta cuando la anticipación es puesta al servicio de la estrategia para delinear, aclarar o renovar las acciones dentro de un plan.
Analizando la ingeniería estatal, podríamos extraer varias hipótesis que expliquen las causas de los repetidos fracasos en la implementación del prospectivismo en el sector público de la República Dominicana.
En primer lugar, y tras la visualización del factor exploratorio (qué puede suceder), se han realizado planteamientos erróneos de los factores normativos (qué puedo hacer) y estratégicos (qué voy a hacer y cómo; decisiones y medios).
En estos casos, se conoce el panorama y las posibles amenazas del entorno, pero el ejercicio de prospectiva se realiza como una actividad estrictamente formal, sin involucrar en la elaboración de los planes estratégicos a todos aquellos miembros de la institución que participarán activamente en la consecución de los objetivos. Por esta razón, muchos planteamientos empíricos terminan siendo inaplicables o imposibles de ejecutar técnicamente.
En adición, el factor normativo es mal enfocado, o tan complejo que resulta difícil darle seguimiento para verificar su pertinencia con el factor exploratorio.
Otra hipótesis, es que se presentan dificultades al planificar estratégicamente sin involucrar a todos los actores del proceso, es decir, la prospectiva se queda como una reflexión institucional, pero no se promueve un clima de voluntarismo donde cada parte se sienta pieza esencial del engranaje institucional estratégico. Esta falta de compromiso y de sentido de pertenencia, de compartir los valores en común, provoca que no sean percibidos por los usuarios los productos últimos de los procesos de planificación estratégica.
Tercero, tenemos la carencia de los recursos para llevar a cabo la prospectiva estratégica; que sólo puede superarse mediante la asignación específica de fondos a cada institución del Estado para estos fines, consignándolos en el Presupuesto General de la Nación.
Cuarto, la ausencia de una agenda política de Estado plurianual, consensuada por los actores del sistema político, que comprometa al seguimiento de la prospectiva estratégica planteada, gestión tras gestión, sin importar el gobierno de turno.
Y por último, la falta de gerentes prospectivistas, que sean capaces de guiar a sus instituciones y de arriesgarse más allá de las posibilidades que la política y la normativa le ofrecen.
Tras el contexto reflejado por estas cinco hipótesis, realizaremos una aproximación práctica, observando en algunas IE la repetición o aparición de síntomas conexos a las mismas, su reincidencia y el período en que ocurren. Esperen los resultados!
Analizando la ingeniería estatal, podríamos extraer varias hipótesis que expliquen las causas de los repetidos fracasos en la implementación del prospectivismo en el sector público de la República Dominicana.
En primer lugar, y tras la visualización del factor exploratorio (qué puede suceder), se han realizado planteamientos erróneos de los factores normativos (qué puedo hacer) y estratégicos (qué voy a hacer y cómo; decisiones y medios).
En estos casos, se conoce el panorama y las posibles amenazas del entorno, pero el ejercicio de prospectiva se realiza como una actividad estrictamente formal, sin involucrar en la elaboración de los planes estratégicos a todos aquellos miembros de la institución que participarán activamente en la consecución de los objetivos. Por esta razón, muchos planteamientos empíricos terminan siendo inaplicables o imposibles de ejecutar técnicamente.
En adición, el factor normativo es mal enfocado, o tan complejo que resulta difícil darle seguimiento para verificar su pertinencia con el factor exploratorio.
Otra hipótesis, es que se presentan dificultades al planificar estratégicamente sin involucrar a todos los actores del proceso, es decir, la prospectiva se queda como una reflexión institucional, pero no se promueve un clima de voluntarismo donde cada parte se sienta pieza esencial del engranaje institucional estratégico. Esta falta de compromiso y de sentido de pertenencia, de compartir los valores en común, provoca que no sean percibidos por los usuarios los productos últimos de los procesos de planificación estratégica.
Tercero, tenemos la carencia de los recursos para llevar a cabo la prospectiva estratégica; que sólo puede superarse mediante la asignación específica de fondos a cada institución del Estado para estos fines, consignándolos en el Presupuesto General de la Nación.
Cuarto, la ausencia de una agenda política de Estado plurianual, consensuada por los actores del sistema político, que comprometa al seguimiento de la prospectiva estratégica planteada, gestión tras gestión, sin importar el gobierno de turno.
Y por último, la falta de gerentes prospectivistas, que sean capaces de guiar a sus instituciones y de arriesgarse más allá de las posibilidades que la política y la normativa le ofrecen.
Tras el contexto reflejado por estas cinco hipótesis, realizaremos una aproximación práctica, observando en algunas IE la repetición o aparición de síntomas conexos a las mismas, su reincidencia y el período en que ocurren. Esperen los resultados!
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