martes, 13 de noviembre de 2012

La transformación no depende de las instituciones, sino del individuo.


A los sistemas políticos contemporáneos les queda poco tiempo de vida. 


Han fallado en su misión esencial: manejar la cosa pública. La democracia, como filosofía, nos pareció adecuada, pero en la práctica, el concepto quedó largo. Inventamos la democracia representativa, y sus instituciones básicas: los partidos políticos... que contrario a los científicos políticos, considero son la peor invención de la democracia moderna.

Los partidos, de naturaleza eminentemente privada, con intereses privados, pero bajo la pseudo-filosofía de tener orientación pública, han actuado como tal. Han actuado como empresas privadas con fines de lucro, pero solo para su membresía; una membresía que cambia tan volátilmente como su dirigencia.

Pero este fenómeno de transformación no es exclusivo de los sistemas políticos; también lo es de todas las instituciones tradicionales clásicas: la Iglesia, la familia y la empresa privada.

Todas están siendo forzadas a cambiar, porque dejaron de jugar su rol social: la Iglesia con sus violaciones y pederastia; la familia sin mamá, o papá, o sin ambos, o con ambos estando - pero sin estar; la empresa privada, con su neo-explotación laboral a través del pago paupérrimo de horas extras, y el empleado 24/7, que debe trabajar por objetivo, pero le pagan por hora.

En fin, como diría un amigo, "a fucked-up system". Pero este sistema no vino escrito en piedra por un Dios omnipotente. Ha sido creado y mantenido por personas ordinarias y sobre todo, pensantes, que un día decidieron que esa era la manera en que debían hacerse. No son infalibles.

Para la Iglesia, la manera de relacionarse con Dios es a través de ritos automáticos y de la psicología del pecado y del temor del Dios creador. Para la familia, la manera de crecer sano es vivir con un papá y una mamá perfectos, sin errores, sin virtudes-realidades humanas. Para la empresa privada, el mejor empleado es el que descuida el balance en su vida y en su familia por incrementar el precio de las acciones de la compañía.

Este "fucked-up system" lo hemos creado nosotros, lo hemos apoyado nosotros, y lo hacemos realidad nosotros, en nuestro día a día. Por vía de consecuencia, los sistemas políticos también nos pertenecen a nosotros, y son nuestra realidad convertida en infierno.

No somos perfectos, como seres individuales, por lo que nuestras asociaciones e instituciones colectivas no pueden ser perfectas tampoco. Seguir remendando cuando la tela está tan desgastada, sé que no es lo correcto. 

Todas estas instituciones han fallado, y por eso debemos repensar su función y nuestra relación con ellas: desarrollar nuestra espiritualidad y divinidad sin estancarnos en los medios, que son las religiones y los ritos; incentivar papás responsables que reconozcan a sus hijos, y les provean aunque se divorcien de nuestras mamás, y mamás con más conciencia de quién será el papá de sus hijos, para garantizar estabilidad familiar sin que sea a base de acallar la violencia contra ellas; y finalmente, empresas que promuevan la individuación del ser humano, balanceando producción y bienestar económicos con bienestar físico, mental y espiritual, donde la empresa no sea el fin, sino, de nuevo, un medio.

Sobre los sistemas políticos no abundo más, porque desaparecerán pronto. Son una insostenible simulación de democracia. Debemos crear - y no solo reflexionar sobre -  el próximo sistema, que funcione para todos, y no solo para las élites. Pero debemos crearlo (con énfasis). 

Como dijo Buckminster Fuller: "No puedes cambiar las cosas luchando contra la realidad existente. Para cambiar algo, construye un nuevo modelo que convierta el modelo existente en obsoleto."


En fin, el ser humano no puede estar atado a sus medios. Debe liberarse de ellos para transformarse.


Despierta República Dominicana, pero primero, despierta por dentro.